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Entrenar juntos al sol, comerte a besos. Ser amigos, desintegrarnos en caricias y orgasmos. Ir a la playa, caminar entre los árboles, lagartear el uno al lado del otro y dormirme en tu pecho o mimosear. Entrenar juntos al atardecer, comerte a besos. Escucharte hablar, que conozcas mi sentido del humor. Que me conozcas desnudo, conocerte desnudo. Escuchar lo que tenés para decir cuando no tenés la intención de proyectar. Desarrollar esta amistad que no es amistad, ahondar en lo mutuo.

    La fuerza de dos hombres que se desean
    Dos bestias
    Jamás pudo existir tanta belleza
    Cientos de miles de agujas de oro
    Este amor no pudo ser

Es domingo, son las once de la noche y hace frío. Estoy solo en mi cuarto. Me hago una paja y sexteo con el desconocido más morboso que haya conocido nunca. La fantasía da lugar a toda clase de oscuridades y perversiones que mejor —¿Mejor?— no hablar. El amor toma formas extrañas. Chateamos por dos horas hasta que me acabo en un orgasmo inmenso y largo. Apago el celular y cierro los ojos.

    La fuerza de dos hombres
    Que no se entienden

yo quería no saber lo que iba a pasar, olvidarme de mis expectativas y descubrir lo que sucediera. Ser tu amigo ya hubiera sido un tesoro inmenso.

    Dos bestias
    Cientos de miles de agujas
    De oro
    Jamás pudo existir
    Este amor

Despertarme en la madrugada y ver, entre el sueño y la penumbra, un animal que duerme boca abajo y la desnudez de su espalda que sobresale de las sábanas como un escudo. Agarrar su pija aún caliente y firme, arrimarme a su cuerpo y que por reflejo me abrace y apoye y ponga uno de sus brazos para inmovilizarme. Darle la mano y sentir sus dedos cerrarse sobre los míos como si fueran pétalos que responden. Volver al transcurso del sueño y la penumbra con una lanza entre las nalgas que no llega a herirme —¿Que no me hiere?— y me sostiene. Dormirme.

Los movimientos de mi cuerpo son la sombra de un ideal. No pude seguir la coreografía de mi propio lenguaje. No puedo seguir la coreografía. Estoy cansado. La soledad y la quietud me duelen. Orgasmos, tristeza. Dónde queda mi pretensión de narrador si todo esto fue/es contar un único estado de cosas. No hay hechos, tramas o segundos personajes. No hay contrarios, enfrentamientos, síntesis y diálogos. Los movimientos fueron —¿Son?— el mismo movimiento. Quiero callarme.

yo quería un amor inmenso. Olvidarme de él con vos, desintegrarnos en caricias y tiempo compartido. Caminar por la playa, lagartear juntos, dormirme en tu pecho o entre abrazos. Entrenar al sol, comerte a besos. Olvidarme de él.

Un amor inmenso. Al menos un amor.

Creo que todo este blog no es más que una despedida. Si ahora balbuceo, si ahora esto tiene menos sentido que el no sentido y si ahora esto ya no llega a ser bello es porque estoy cansado. Escribo desde un pozo —¿Desde el dolor?— y concatenar se me hace imposible.