I

     nosotros uno


el amor de dos hombres

dos bestias


un golpe que se desvirtúa en mimo

jugamos y probamos nuestra fuerza

jiu-jitsu


el amor de dos hombres

dos animales

esto es amor/violencia

homorradical.


    nosotros dos


el silencio es un escudo

el silencio es una lanza

en la isla de mi soledad

inalcanzable


el silencio es una herida

el silencio es un grito

inalcanzable

el grito que no puedo dar


el amor de dos hombres

dos islas

jugamos y probamos nuestra fuerza

nos destruimos


H

primero

lejos de las conclusiones

o de toda palabra

el discurso ha tomado tanto peso

que no se puede sostener


hoy el silencio nos convoca

y yo quiero explicarme o entender algo?


si la nada basta

toda palabra sobra


yo creía que ser radical

era llegar a la raíz de las cosas

ahora me pregunto

si se puede llegar a alguna parte


el texto es demasiado

y ya no tiene sentido pretenderlo


lejos de toda intención

no quiero ir a ningún lado

morir o estar vivo

está bien


lejos de las conclusiones

no hay nada que pretenda entender

morir o estar vivo

está bien.


segundo


la fuerza de dos hombres

dos bestias

esta violencia se parece a una casa

se parece a una familia


el golpe y escudo

la misma moneda


el amor de dos hombres

dos bestias


G

primero

yo quería hablarte

desde un lugar que no fuera

el golpe o el escudo

acercarme

sin que los miedos se despertaran

pero ahora no puedo


segundo


La palabra familia

Se parece más a un hueco 

Que a una palabra

No hay muebles heredados

y los que tengo 

Son como ajenos

Donde debería haber corazón y estómago

Hondo hueco


F

primero

Despedirse de un lenguaje es como mutilar una parte de nuestro espíritu

Pero también es descubrir que somos otros cuerpos.

Es plantar semillas que nunca antes vimos

Deseando que se conviertan en frutos y no en migajas.

Ahí están

Los baldíos que en los sueños nos dan miedo.

Este presente no tiene nombre. 

Hoy toca llorar el transcurso que es partida y bienvenida

Sentir lo que nunca nos atrevimos.

Ayer soñé con un hombre

Detenido en una emocionalidad que no variaba

Como si hubiera alcanzado su final.

Había mutilado todas las partes de su espíritu

Para convertirse en un demonio con forma de flor


segundo


Herido por el mundo

Los brazos me pesan

Una angustia

Los recorre

No tengo ganas de comer

Ni de bañarme

La garganta no quiere estar

La facilidad para comunicar

Quedó perdida

Todas estas palabras las saco a ganchos

En la paradoja de querer decir algo

Con la voz cansada


E

Lo que relato a continuación sucede en Bella Italia, el barrio de mi infancia, a unos pasos de la casa en que viví hasta los veintidós, sobre la primera esquina que uno se encuentra si uno sale de ella y camina a la derecha.

Es de noche y hace calor. El cielo está oscuro y despejado, sin rastros de una nube. El barrio se ilumina por la luz de una luna llena y gigante. Estamos Cristina, una vecina del barrio, su hijo Facundo, Milagros, una amiga de toda la adolescencia y yo.  El protagonista de toda la escena es Facundo, un niño de seis o siete años. El mismo se encuentra en el medio de la calle. Sobre una de las veredas está su madre sosteniendo una de las puntas de un tejido de alambre larguísimo, y del otro lado, sobre la vereda contraria, estoy yo, sosteniendo la otra punta del tejido.


Mi trabajo consiste en correr sosteniendo el tejido, de una extremo a otro, sobre la calle y las veredas, mientras Cristina queda anclada en la otra punta, de tal forma que dibujamos casi un semicírculo con el recorrido del tejido. En medio de todo esto, Facundo, a quien el tejido por algún motivo no logra atravesar, ensaya movimientos de boxeo. Milagros, por fuera, observa todo con atención y dirige a Facundo en su entrenamiento.


De eso se trata todo: de que Facundo, enfrentando el tejido, practique movimientos de boxeo. Facundo está entrenando, Cristina y yo lo ayudamos, Milagros lo guía.


Facundo termina su entrenamiento y le pregunto a Cristina si guardamos el tejido o lo dejamos tirado sobre la calle. Hago esta pregunta porque me da pereza doblar el tejido sobre sí mismo una y otra vez y espero, de alguna manera, que me responda que lo dejemos tirado. Pero Cristina me responde: «Estoy orgulloso de mi hijo. Es bueno en lo que hace. Siempre está entrenando. Los movimientos de boxeo se le dan bien, tiene gracia para eso. De eso se trata esto, Sebastián. El tejido no es amable, no es fácil de moldear. Esquivarlo requiere técnica, constancia y cansancio. Esfuerzo. Doblemos el tejido y guardémoslo. Da pereza pero es lo que hay que hacer. Mañana Facundo entrena otra vez. Exponerse a lo incómodo es lo que le permite desarrollar la técnica. Manipular la realidad dada con trabajo. Esforzarse y sostener el esfuerzo a pesar de la frustración. Eso da frutos».


Le quiero decir a Cristina que no hace falta doblar el tejido, que podemos encontrar con palabras elegantes el argumento exacto para justificar la falta de esfuerzo. Volver el desorden y la apatía en una tesis. Decir que se trata de una obra de arte conceptual, que el tejido en símbolo de otra cosa. Pero las palabras de Cristina ya resonaron con fuerza en mi interior y no tengo nada que decir. Miro a Facundo, pienso en su entrenamiento y en la belleza de sus movimientos con el placer de quien contempla algo hermoso. Doblamos el tejido, lo guardamos.

D

primero

El silencio no me ha enseñado nada

Las palabras no han hecho más que confundirme

El lenguaje ha sido una estafa

El silencio un mal chiste 

Atardece y estoy llorando

No sé por qué estoy llorando 

La única seguridad que tengo

Es que no hay consuelo posible

y la belleza de este atardecer


segundo


El cuerpo se vuelve un nudo

El sur y el norte se parecen

Las extremidades se cruzan

Los pensamientos no limpian la confusión

Más bien la ensucian

El movimiento permanece

Eventualmente desata

Las sensaciones susurran algo

Se dibujan ejes en la intuición

A los músculos les cuesta no decir basta

o entender a dónde ir

Los pies quieren estar en el suelo con propiedad

La fuerza pretende convertirse en escudo

La coordinación quiere ser arma

y la elegancia de las líneas

Es el terreno al que se apunta


tercero


Hay algo que se muere

Que se está muriendo

El pasado se agita cada día

Se resignifica y toma formas

Deviene y en retrospectiva

Es otros pasados y otras sensaciones

Hay cosas que están muriendo 

y hay cosas que nacen

Estar presente es dar retrospectiva

Querer comprender es perder el presente

Mejor olvidarse de las palabras

y no entender las superposiciones

Con sentir alcanza

Las muertes y los nacimientos nos atraviesan

Pero también nos exceden

Mejor abandonar el deseo de saber o gobernar

y desconfiar de los objetivos

Los planes no habilitan el movimiento:

Lo aniquilan

ya no quiero tener sentido

Ni dotar de sentido a los hechos


cuarto


El discurso es un mal chiste

Una trampa de espejos

La palabra y el deseo te condenan por igual

Pero otro paradigma se te hace inimaginable

Creíste ser libre por decir

y hoy desearías poder estar en silencio


quinto


La libertad es un mal chiste 

y las espirales ya no dan gracia

Hoy soy incapaz de decidir

y la inmensidad del mundo me sofoca

No quiero gritar ni llorar

Morir de una vez me basta


sexto


los pulmones se convirtieron en branquias

el silencio nos está ahogando

malhumorados y sensibles

sin confianza no hay acceso

a las islas nadie puede conocerlas

la fuerza a veces es una herida

no dan ganas de responder al dolor con amor

qué difícil es mirarse a los ojos

que la fuerza custodie lo compartido

si estoy/estás empecinado en defender

son más las dudas que las certezas

y el pensamiento no basta y el silencio es un chiste

si lo compartido fue maravilloso

que perdure y se transforme

desnudemos los escudos

y que el miedo y las heridas

de una vez por todas

le den la cara al mundo

C

Cierro los ojos. Mi cuerpo está flotando en medio del espacio. Protegido, como todo cuerpo humano —Así lo intuía, así lo sabía— por una coraza que nos insensibiliza y permite ser funcionales. Una coraza que nos protege de estar en contacto directo con el Todo, el Uno, el Mundo. 


El universo pone sus manos en mi pecho, me quita la coraza y  —Adiós ego— quedo desnudo frente a su inmensidad.


El resto fue un delirio —O demasiada claridad—. Angustia, euforia. Descubrí esferas, círculos y ciclos. Estrellas, planetas, satélites. Galaxias, agujeros negros. Pensé que enloquecía, que me estaba muriendo. Sentí que me moría diez veces y que volvía a nacer. Me sentí en contacto directo, pleno y desnudo con la Totalidad. Sentí que me atravesaba el Om, Dios mismo. Una flecha, una aguja de oro. 


Agarro una libreta y un lápiz y empiezo a escribir. Escribo por horas. Seis u ocho. Mi letra pasa de legible a ilegible. Observo el Todo en movimiento, el Mundo conectado, el Uno en el Todo y el Todo en el Uno. Comprendo los movimientos del universo y su inmensa totalidad, que el bien y el mal son dos caras iguales, la ilusión de la separación.


Me vuelvo sobre mí mismo y me abrazo. Observo mi interior y veo lo mismo que afuera: planetas, satélites, estrellas. Me doy cuenta de que mis sentimientos, mis emociones y mis intuiciones están compuestos por el mismo Todo que compone a los animales, a las piedras y a los pensamientos. Que no hay diferencia entre piedra y emoción, entre planeta y pensamiento, entre planta y arena. Que el tiempo lo transforma todo y el ciclo se reinicia. Pero que a su vez la piedra es piedra y la emoción es emoción. La paradoja del uno y el dos que son un mismo número y son dos números diferentes. En medio de mucho miedo y mucha euforia creí haber alcanzado —¿O alcancé?— la iluminación.

B

Entrenar juntos al sol, comerte a besos. Ser amigos, desintegrarnos en caricias y orgasmos. Ir a la playa, caminar entre los árboles, lagartear el uno al lado del otro y dormirme en tu pecho o mimosear. Entrenar juntos al atardecer, comerte a besos. Escucharte hablar, que conozcas mi sentido del humor. Que me conozcas desnudo, conocerte desnudo. Escuchar lo que tenés para decir cuando no tenés la intención de proyectar. Desarrollar esta amistad que no es amistad, ahondar en lo mutuo.

    La fuerza de dos hombres que se desean
    Dos bestias
    Jamás pudo existir tanta belleza
    Cientos de miles de agujas de oro
    Este amor no pudo ser

Es domingo, son las once de la noche y hace frío. Estoy solo en mi cuarto. Me hago una paja y sexteo con el desconocido más morboso que haya conocido nunca. La fantasía da lugar a toda clase de oscuridades y perversiones que mejor —¿Mejor?— no hablar. El amor toma formas extrañas. Chateamos por dos horas hasta que me acabo en un orgasmo inmenso y largo. Apago el celular y cierro los ojos.

    La fuerza de dos hombres
    Que no se entienden

yo quería no saber lo que iba a pasar, olvidarme de mis expectativas y descubrir lo que sucediera. Ser tu amigo ya hubiera sido un tesoro inmenso.

    Dos bestias
    Cientos de miles de agujas
    De oro
    Jamás pudo existir
    Este amor

Despertarme en la madrugada y ver, entre el sueño y la penumbra, un animal que duerme boca abajo y la desnudez de su espalda que sobresale de las sábanas como un escudo. Agarrar su pija aún caliente y firme, arrimarme a su cuerpo y que por reflejo me abrace y apoye y ponga uno de sus brazos para inmovilizarme. Darle la mano y sentir sus dedos cerrarse sobre los míos como si fueran pétalos que responden. Volver al transcurso del sueño y la penumbra con una lanza entre las nalgas que no llega a herirme —¿Que no me hiere?— y me sostiene. Dormirme.

Los movimientos de mi cuerpo son la sombra de un ideal. No pude seguir la coreografía de mi propio lenguaje. No puedo seguir la coreografía. Estoy cansado. La soledad y la quietud me duelen. Orgasmos, tristeza. Dónde queda mi pretensión de narrador si todo esto fue/es contar un único estado de cosas. No hay hechos, tramas o segundos personajes. No hay contrarios, enfrentamientos, síntesis y diálogos. Los movimientos fueron —¿Son?— el mismo movimiento. Quiero callarme.

yo quería un amor inmenso. Olvidarme de él con vos, desintegrarnos en caricias y tiempo compartido. Caminar por la playa, lagartear juntos, dormirme en tu pecho o entre abrazos. Entrenar al sol, comerte a besos. Olvidarme de él.

Un amor inmenso. Al menos un amor.

Creo que todo este blog no es más que una despedida. Si ahora balbuceo, si ahora esto tiene menos sentido que el no sentido y si ahora esto ya no llega a ser bello es porque estoy cansado. Escribo desde un pozo —¿Desde el dolor?— y concatenar se me hace imposible.

A

parte 1


y en los reflejos no se diferencian

en los sueños se entrelazan

se articulan las espinas y los perfumes

las expectativas y la realidad

    todo esto

fue un amor estúpido, egoísta y ciego

amor ? amor ? amor ?


ya no quiero ser ojo

ni la pirámide que todo lo proyecta

no quiero la claridad del conocimiento


    una aguja

    de oro

    atraviesa el mundo


ya no quiero estar


    savasana inmenso

    ya no digo ni desdigo

    ya no pienso


ya no quiero la profundidad del intelecto


    porque el silencio no me ha enseñado nada

    las palabras no han hecho más que confundirme

    el lenguaje ha sido una estafa

    el silencio un mal chiste 


savasana inmenso

savasana eterno

savasana sagrado


    porque fuimos dos bestias

    porque fuimos espinas y perfumes

    aruera protectora y aruera maldita

    fui/fuiste estúpido, egoísta y ciego

    amor ? amor ? amor ?

    la fuerza de dos hombres que se quieren

    dos perros


parte 2


    savasana inmenso


mil agujas de oro

dos mil agujas de oro

cientos de miles

de agujas de oro

atraviesan el mundo

como un río de dolor


    savasana eterno


ya no digo ni desdigo

ya no quiero ser pirámide

no confío en el lenguaje

no confío en el silencio


    savasana sagrado


soy un río de dolor

un cuerpo muerto

ya no quiero ser claridad

no quiero ser pirámide

que todo lo proyecta

que todo lo comprende

que todo lo ordena

ya no quiero ser ojo